lunes, febrero 04, 2013

Suerte

Ochenta años, ahí estaba sentado en el diván, con la libreta en el piso, la pluma en la mano. Su otra mano yacía sobre su frente, sus ojos estaban cerrados pero a pesar de eso sus párpados dejaban escapar lágrimas, sabía que pronto el sueño lo vencería para jamás despertar y lo único que pensaba era “¿Qué es real?”. 

Si algo es real ¿debería poder repetirse? Pensó en todos los logros de su vida, su familia, sus amigos, ninguno era igual, pero todos eran grandiosos.

Sus libros no. Jamás pudo volver a ganar un premio.