lunes, marzo 07, 2011

FUEGO


La encontró con sus tiernos hombros desnudos, bañados por la luz de la luna…
El fuego ardía constantemente, para siempre desde el día de su nacimiento, Roberto estaba consciente de este suceso y se lamentaba del amor de sus padres. Se encontraba en un valle rodeado de montañas grises sin embargo toda la pradera lucía totalmente verde, lo cual era muy curioso debido a que era la media noche del 14 de abril y la luna ni siquiera asomaba su cara tal vez como un vaticinio de lo que iba a suceder.
Roberto sabía que de alguna forma podría detener la llamarada que cada vez crecía y crecía, pero lo que no tenía claro era cual de todas era la forma correcta, había intentado con agua, con tierra, con pasto, con sus pies, con su chaqueta de cuero, con la fuerza total de su pensamiento, pero el resultado era siempre igual, tenía tanto miedo que esta vez simplemente se quedaría quieto a ver como el fuego lo consumía todo.
Y así fue, el fuego fue avanzando, arrasando con todo el pasto y fue alcanzando a su vez los pocos árboles que había, inslusive a lo lejos se podía observar como las montañas ardían con fuerza y el paisaje hermoso que recibía a Roberto ahora lo encerraba en un infierno, pues las llamas consumían todo menos el, un círculo perfecto lo rodeaba y los ojos de Roberto reflejaban todas las tonalidades de rojos y naranjas que había por doquier, convirtiendo aquella noche oscura en el más grotesco de los espectáculos.
Pero lo peor de todo era que a pesar de lo relativamente desierto que se encontraba el lugar, Roberto podía ver claramente como toda su familia y conocidos eran asesinados lentamente por el calor de las llamas, lágrimas recorrían sus mejillas debido al dolor y sobre todo a la impotencia de no poder salvarlos, porque a pesar de todo seguía inmovil, muerto del susto y esperando el no tan sutil abrazo del fuego.
Cuando sucedió Roberto vio toda su vida como si de una película se tratara, las llamas primero acabaron con sus ropas y luego derritieron su piel, las imagenes que llegaban a su cerebro eran extrañas pues se veía a si mismo como una sombra en el centro de la pira, gritos desgarradores, movimientos imposibles, se retorcía del dolor insoportable y clamaba para que se detuviera todo pero cada vez las llamas intesificaban su poder, y de nuevo todo su pasado hasta ese momento al tiempo que se veía a si mismo fundiendose con las llamas se terminaron cuando todo el fuego del valle desapareció y sobre la tierra gris muerta yacía un cuerpo carbonizado, de pie, era Roberto, y las llamas desaparecieron justo en sus ojos, una enorme sonrisa dibujaba su rostro, sus dientes resplandecían, blanco perfecto en medio de su chamuscada piel.
… y entonces, lo hizo.